Los impactos físicos no son sólo riesgos para el futuro, sino que hoy en día ya están afectando a la economía y al sistema financiero. En general, los costos económicos mundiales de los desastres naturales han superado el promedio de 30 años de 140 mil millones de dólares anuales en 7 de los últimos 10 años. Desde la década de 1980, el número de fenómenos meteorológicos extremos se ha aumentado en más del triple.
Las estimaciones sugieren que, si no se toman medidas para reducir las emisiones, el impacto físico del cambio climático en la economía mundial en la segunda mitad del siglo será sustancial. Los estudios más sofisticados sugieren que los ingresos medios mundiales pueden reducirse hasta una cuarta parte para finales de siglo. Además, la mayor probabilidad de que se produzcan eventos perturbadores como la migración masiva, la inestabilidad política y los conflictos en estos escenarios significa que es probable que las estimaciones económicas subestimen el tamaño y el momento en que se produzcan los riesgos asociados.
Ha habido menos intentos de cuantificar los riesgos físicos para la estabilidad financiera que para la economía en su conjunto, pero, una vez más, es probable que las pérdidas sean significativas. Los estudios estiman que el valor financiero en riesgo podría ser de hasta el 17% dependiendo del aumento de la temperatura media.
La retroalimentación entre el sistema financiero y la macroeconomía podrían exacerbar aún más estos impactos y riesgos. Por ejemplo, los daños a los activos que sirven de garantía podrían generar pérdidas que incitarían a los bancos a restringir sus préstamos en determinadas regiones, lo que reduciría la financiación disponible para la reconstrucción en las zonas afectadas. Al mismo tiempo, estas pérdidas debilitarían la riqueza de los hogares y, a su vez, podrían reducir el consumo.
Los promedios mundiales mencionados anteriormente ocultan diferencias significativas en la distribución de los impactos económicos y los riesgos financieros entre regiones y sectores. Esta variación se debe no sólo a las diferencias en la exposición bruta a los riesgos físicos, sino también al nivel de resiliencia y adaptación (medidas adoptadas para prevenir o minimizar los daños). Los países con una menor diversificación económica, una infraestructura pública menos resiliente al clima, una menor flexibilidad del mercado de capitales y una menor capacidad de adaptación correrán un mayor riesgo. Algunos sectores en particular también podrían estar en mayor riesgo, dependiendo de su huella regional.
Estas estimaciones representan un límite inferior. Actualmente, los modelos de impacto físico tanto para la economía como para la estabilidad financiera son parciales. Por lo general, sólo cubren un puñado de los posibles canales de transmisión, a fin de hacerlos manejables y dejan de lado los impactos socioeconómicos más amplios. Los impactos no modelados también se estiman a menudo por separado. Se necesita un enfoque más holístico para comprender la relación entre los diferentes niveles de riesgo, resiliencia y adaptación. Las no linealidades derivadas del creciente riesgo de puntos de inflexión, y el potencial de que estos se aceleren en el corto plazo, son una parte fundamental del modelado climático, debiendo reflejarse mejor en los modelos de riesgo económico y financiero.