Mis lagrimas brotan sutilmente de mis ojos que se deslizan por mis mejillas pálidas. Con mi mano izquierda trato de quitarme las lágrimas, y con mi mano derecha sostengo un arma que apunta a la frente de mi puto esposo quién se encuentra empapado de sangre diciéndome que soy una maldita loca.
Éramos la pareja perfecta, envidiable a la sociedad. Nuestras peleas eran comunes como cualquier pareja. Pasarón quince años para que el puto de mi esposo me traicionará con una de sus estudiantes. Fue aquel verano en Madrid del 2023, que mi esposo inició el semestre en la Universidad Autónoma de Madrid, cinco años impartiendo clases en licenciatura; admirado y respetado en el medio. Yo era la mujer más feliz del mundo a su lado.
Conforme las semanas transcurrieron, denoté un cambio en su personalidad, algo diferente le estaba sucediendo. Al cuestionarle si le pasaba algo, su respuesta era negativa. Anteriormente, nuestras conversaciones eran fluidas y cuando regresaba de la universidad, nos disponíamos ir a los alrededores de la Plaza Mayor a cenar, pero todo cambio ese verano.
Prestaba con mucha atención el comportamiento de mi esposo. Regresaba de la universidad, me saludaba como todo un caballero, me estampaba un beso frio y se dirigía a su estudio a encerrarse, al par de horas salía de su burbuja indicándome que no tenía ganas de salir y que cenáramos en casa. El sexo se extinguió a partir de ese momento. Sentí que me había desplazado y que era un objeto insignificante para su vida, ya no me sentía la mujer más feliz del mundo.
Los días tensos siguieron transcurriendo, así que planifiqué darle una sorpresa para salir de esa monotonía tan horrible que estábamos viviendo. Me dispuse ir a la universidad para sorprenderlo, compré el reloj Rolex que había deseado y tenía una reserva en el restaurante Arrabal para invitarlo a cenar.
Llegué a la universidad y me dispuse esperarlo en el parqueo. Al pasar los minutos observó que una señorita aproximadamente de unos 25 años, tez blanca, cabello negro, muy elegante y guapa, sube al carro de mi esposo del lado del copiloto. Me quede estupefacta, prestando atención a lo que estaba por suceder. Llega mi esposo a los tres minutos y sube al carro, tenía una vista panorámica, empiezan a conversar, ella lo abraza y se empiezan a besar. Arranco mi vehículo, acelero y él se da cuenta que estaba ahí.
El dolor es un desgarre fuerte para mi alma, no puedo dejar de llorar, me siento destruida completamente. Al llegar a casa, pierdo la compostura y quiero explotar. Me enfilo al estudio y cojo el arma que se encuentra en la caja de seguridad y la cargo. Pasa por mi mente suicidarme y acabar con este dolor, pero me distrae el ruido que mi puto esposo está haciendo al quitar llave en la puerta principal de la casa, salgo del estudio y nuestras miradas se ven fijamente. El malparido, llega con la señorita sujetando su mano y me dice con su voz ronca:
─ Perdón por enterarte de esa forma, pero me enamoré de mi estudiante.
El dolor era muy fuerte para mi corazón, mis lagrimas brotaban con toda tristeza. Saqué el arma de la parte trasera de mi pantalón, apunté directamente a esa maldita zorra y disparé dos veces directo a la cien, los disparos fueron certeros. El puto de mi marido la cogió en sus brazos y sin poder hacer nada, ya había perdido la vida.
Acá me encuentro destrozada como inicié esta historia, el mundo no necesita a personas como este malparido hombre, jalo el gatillo del arma con toda seguridad. El puto de mi esposo ya no causará más daño a nadie más, la vida ya no tiene sentido, llevo el arma hacía mi cabeza y que Dios tenga piedad de mí alma, mi corazón deja de latir y de sentir dolor.
Paz eterna.