Madeline Castellanos una joven de nacionalidad guatemalteca que acababa de cumplir 25 años, su color de piel blanco, ojos celestes, una sonrisa radiante que contagiaba de felicidad a quienes tuviese a su alrededor, su belleza es perfecta y lo complementaba su lunar color café en la parte inferior derecha de sus labios pálidos. Era un viernes de agosto, lluvioso y con muchos relámpagos; Madeline caminaba por la sexta avenida del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala y buscaba un lugar para pasar el tiempo y evitar seguir empapándose, se percata que la Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala se encuentra abierta y dispone apresurar el paso para acceder por la puerta central.
Madeline entra a la iglesia sin santiguarse, se recuerda que de niña iba con sus papás a escuchar la homilía todos los domingos a las 11 de la mañana. Empieza a caminar por la nave central hasta llegar frente al altar mayor, el silencio es profundo, dispone a sentarse en la banca lateral derecha, con sus manos trata de quitarse las gotas de agua que corrían por su cabellera castaña y su cara, suspira tres veces y eleva su mirada a contemplar la cúpula desde el interior, se relaja, cierra sus ojos y empieza a recordar escenas que han marcado su vida.
La primera escena que paso por la mente de Madeline fue, cuando tenía 15 años de edad, un lunes saliendo del colegio Sagrado Corazón de Jesús para dirigirse a su casa, su profesor de matemáticas le ofrece llevarla. Ella no lo dudo al aceptar, su profesor era una persona muy correcta y le tenía confianza. En marcha por el bulevar principal, el profesor le ofrece un chocolate, ella lo acepta, lo destapa y da un bocado grande al chocolate blanco. Ella empieza a marearse y pierde el conocimiento, al abrir los ojos se da cuenta que esta desnuda y su profesor esta encima de ella penetrando con su pene a su vagina virgen. Ella nunca manifestó nada a nadie de este suceso y fue una tortura los años que paso cursando el diversificado en ese colegio, y ese dolor continúa sin sanar.
La segunda escena que revivió fue, la fiesta de graduación al obtener el título de licenciada en economía, era una noche de felicidad, todos los jóvenes graduandos estaban desbordando alegría, la mayoría de ellos, ya habían ingerido alcohol. Pasada la media noche, Madeline se dispone ir al servicio de damas y al entrar, escuchó que en un espacio de servicio sanitario están teniendo relaciones, pero, se percata que la voz de la señorita no es de placer y que esta forcejeando, Madeline interviene y con todas las fuerzas, empuja la puerta, queda estupefacta y se percata que están violando a su amiga. El instinto de Madeline fue tomar su bolso y sacar unas tijeras que sirven para cortar pestañas, lo coge con su mano izquierda y con toda la ira, lo inserta varias veces en el cuerpo del joven, no reacciona, cae lentamente, a los minutos muere. Madeline y su amiga, salen corriendo del lugar, eliminan toda evidencia; el caso aún sigue impugne sin resolverse. Madeline y su amiga, pactaron guardar el secreto hasta su muerte.
Madeline vuelve su mirada al altar mayor y seca la lagrima que corre por su mejilla derecha, se levanta y se dirige a la capilla donde se encuentra Jesús Sacramentado, un espacio que parece ser el mismo cielo. Madeline, empieza a llorar amargamente y avanza lentamente, hasta quedar cerca del Santísimo, abre su bolso y saca un revolver Walther P22, lo coge con su mano izquierda y lo introduce por su boca, dispara con amor profundo del alma.
Silencio eterno, historias perdidas, Madeline está respirando, se siente viva, más viva que antes, abre sus ojos y observa que se encuentra sentada en la banca frente al altar mayor; fue un sueño o Dios le concedió una segunda oportunidad para vivir.