Recientemente leí un ensayo publicado por “The Economist” que denota que una sociedad necesita de ideas positivas para emprender algún negocio, fuere de servicio o de producción, y la realidad es que todos lo podemos hacer, lo que marcará la diferencia será la visión estratégica con la que se ejecutarán las diversas actividades con la finalidad de obtener rendimientos económicos y mantener la idea de emprendimiento estable.
La respuesta es clara: Espíritu.
Esto se traduce o quiere dar a entender, que la persona que emprenderá deberá de enfocar todas sus energías en trabajar arduamente y hacer bien las cosas, generando valor y sobre todo en libertad, manteniendo la responsabilidad de sus actos.
Esto es un tema complejo, filosófico y pragmático acorde a tipo de negocio, y me tome el tiempo para redactar algunas palabras muy generales de este tema, ya que razonablemente le encuentro sentido. La falta de compromiso, la gallardía, la tenacidad, el actuar correctamente, entre otras cosas, son vitales para que el emprendimiento tenga ese espíritu diferenciador ante las demás propuestas. Soy fiel creyente que la pasión se traduce a la magia para disfrutar lo que hacemos.
